Con la vista puesta en la media veda, muchos se preguntarán si levantaremos codornices en las rastrojeras (si es que las hay en tu coto).

Con el calor que está cayendo en la Península y la falta de hábitat en muchos cotos, es posible que no sea así y otro año que ni las oiremos cantar. De ahí que muchos suelten codornices de granja para que «al menos la perrita se mueva un poco», si bien la supervivencia de estos animales suele ser escasa y su presencia, en ocasiones, contraproductiva para los individuos silvestres, dado que se puede tratar de híbridos con la codorniz japonesa.

Un trabajo firmado por Manel Puigcerver y su equipo, comparó el comportamiento de hembras de codorniz silvestres y de granja mediante radio-seguimiento en el noroeste de España. Para ello utilizaron 51 hembras de granja y 16 hembras silvestres capturadas en el mismo coto, que fueron estudiadas durante cuatro temporadas consecutivas.

Recordamos que la técnica de radio-seguimiento permite seguir a los animales de una forma bastante precisa y por tanto obtener mucha información.

Las hembras de granja atrajeron a un mayor número de machos silvestres dado que su canto parece ser más atractivo, confirmándose de forma fehaciente que estas hembras se reproducen con machos silvestres.

Tanto las hembras de granja como las silvestres mostraron la misma posibilidad de emparejarse, hacer nido e incubarlo y tampoco se encontraron diferencias en cuanto a la fertilidad y supervivencia de los pollos. No obstante, las hembras de granja tuvieron mayor mortalidad que las silvestres y sus nidos eran depredados más fácilmente. Esto podría explicar por qué las codornices silvestres no se han «mezclado» con las de granja de la manera en que se ha producido con otras especies, como la perdiz roja.

Sin embargo, los autores sugieren prohibir la suelta de codornices sin garantías genéticas porque la hibridación con las silvestres es posible y supone un riesgo real para la conservación de la especie.

Fuente. cienciaycaza.org