Consejos para consumir sin riesgo carne de caza

La congelación no disminuye el riesgo de contagio y el microondas no elimina por completo posibles patógenos

Por lo general la carne de caza se suele destinar al consumo humano. Podemos distinguir dos tipos de carne de caza: las de pluma, que son perdices, codornices, patos y tórtolas. Y las de pelo, que se dividen a su vez en caza mayor y caza menor. Dentro de la primera podemos encontrar jabalíes, ciervos, gamos… y en la segunda liebres y conejos.

Las principales características de la carne de caza se pueden resumir en diferentes puntos: tiene menos grasa, los animales salvajes tienen menos grasa que los criados en granjas. Es más natural, ya que no contiene ningún químico artificial ni añadidos como puedes ser antibióticos, hormonas u otras sustancias que se suelen emplear en la cría en cautividad. Su sabor es más intenso, sobre todo lo notaremos en las carnes rojas como ciervo y jabalí. Son muy ricas en proteínas de buena calidad. Aportan gran número de nutrientes beneficiosos para el organismo: vitamina B12, B6, B3, hierro, magnesio o zinc.

Aún con todo esto, no se recomienda consumir más de 150 gramos de esta carne a la semana debido a su alto contenido en ácido úrico y láctico. Además de la posibilidad añadida de que pueda contener plomo debido a las balas.

Hemos de recalcar que su consumo está desaconsejado en niños menores de seis años y en mujeres embarazadas por estos motivos.

La importancia de reconocer la carne de caza antes de ser consumida radica en las diferentes enfermedades que puede transmitir derivadas de los animales que viven salvajes y que no pasan por ningún tipo de reconocimiento veterinario a lo largo de sus vidas. Las enfermedades más comunes son: Triquinelosis, se transmite a través de un parásito llamado triquina. Ocasiona síntomas como dolor muscular, vómitos, y puede complicarse en problemas neurológicos y cardíacos. Está presente en caballos, cerdos y jabalíes. La tularemia la trasmiten liebres y conejos. La bacteria causante se denomina Francisella Tularensis. En humanos ataca a la piel, los ojos, ganglios linfáticos y pulmones. Puede llegar a ser mortal. Otras enfermedades son la toxoplamosis, clamidiasis, botulismo y tuberculosis, pero mucho menos frecuentes.

Por este motivo la carne de caza tiene que ser reconocida antes de ser consumida y para ello debe pasar una serie de controles sanitarios. Lo correcto sería no comer carne de caza que no haya reconocido un veterinario. Sobre todo, si se va a tomar en embutido. Se debe evitar la manipulación de animales enfermos o con comportamientos no naturales. Usaremos guantes para manipular carne de liebres y aves hasta que se haya terminado de cocinar. Comer la carne de caza preferiblemente cocinada, ya que el calor higieniza los alimentos y por último recordar que la congelación no disminuye el riesgo de contagio y que el microondas no elimina por completo los posibles patógenos.

Fuente. lagacetadesalamanca.es