El estado de alarma limitó el movimiento de personas e impidió específicamente el control de la fauna, por lo que las poblaciones de animales han crecido.

Entre los beneficios que aporta la caza al medioambiente y a la sociedad, hay cuatro que destacan sobremanera. El primero es el de regular el crecimiento poblacional para mantener un correcto equilibrio en la naturaleza y evitar aumentos desmesurados de ejemplares que, a modo de plaga, generarían nefastas consecuencias en los hábitats. Otra de sus funciones consiste en minimizar el riesgo de que las enfermedades de origen animal se expandan y se conviertan en un problema de índole humano, algo de funesta actualidad debido al coronavirus. Los cazadores contribuyen también a prevenir los daños en la agricultura, en una colaboración desinteresada que, a día de hoy, resulta fundamental en el sector primario. Sin embargo, la que más suele resaltarse es su labor a la hora de rebajar el número de accidentes de tráfico por atropellos a animales.

Ante los más de dos meses en los que los cazadores de Navarra no pudieron ejercer este vital cometido debido al estado de alarma, la Federación Navarra de Caza (FNC) avisa a los ciudadanos de que, previsiblemente, se vaya a producir en los próximos meses un incremento de este tipo de siniestros en la red de carreteras de la Comunidad foral.

Tres factores han contribuido a producir el caldo de cultivo propicio para esta situación. Por un lado, la ya mencionada falta de control de especies como el jabalí o el corzo, como consecuencia de que el Gobierno no permitiera a los cazadores desarrollar su encomienda hasta el 18 de mayo, más de dos meses después de que se impusiera el confinamiento.

De los otros dos aspectos da cuenta Nicolás Urbani, asesor veterinario de la Real Federación Española de Caza, que remarca que el presumible aumento de accidentes no solo se deberá a la consecuencia directa de la paralización de la actividad cinegética, “sino también a la benévola climatología de esta primavera, que, por el incremento de pluviosidad, ha conllevado una multiplicación de alimento y refugio para la fauna silvestre, que ha producido a su vez la optimización de su período de cría y el crecimiento de sus poblaciones”.

Asimismo, subraya otro de los efectos que ha deparado el estado de alarma. “Al haber disminuido la circulación habitual y el tránsito de personas por la restricción de movimientos, los animales han colonizado nuevas zonas.

Jabalíes y corzos se están expandiendo incluso a lugares periurbanos, que, al final, son los que más riesgo tienen, ya que en ellos es complicado controlar las poblaciones a través de la caza con armas de fuego”, alerta. Este hecho ya es palmario en varias localidades de la Ribera, que en las semanas más estrictas del confinamiento registraron incursiones de jabalíes en sus polígonos y cascos urbanos.

Una vez explicada la coyuntura que ha ocasionado el impedimento de la caza, el siguiente paso es analizar el mapa vial de la Comunidad foral, para que los conductores tengan presente los principales puntos donde el riesgo de toparse con un animal va a ser mayor cuando la movilidad se abra definitivamente y se retorne también a la apertura de fronteras entre las provincias.

La Policía Foral registró en los primeros cinco meses del año (concretamente, del 1 de enero hasta el 17 de mayo) 184 siniestros provocados por atropellos de animales. De ellos, los más numerosos (40) tuvieron lugar en el área de Pamplona, seguida por la de Estella (37). En cuanto a la tipología de especie, la gran mayoría fue ocasionado por jabalíes (108), por delante de ciervos o corzos (69).

Por regiones, la vía más peligrosa de la zona de Alsasua es la A-10, con nueve siniestros, sobre todo ocurridos entre los km 22 y 29. En Estella, se ha de tener especial precaución en la NA-122 (seis accidentes, la mayoría en los primeros km de la carretera) y en la NA-132-A (siete siniestros, con mayor riesgo entre los km 4 y 6). Por su parte, en Pamplona destacan la A-12 (seis, con el rango entre los km 14 y 17 como el más expuesto) y la NA-150 (cinco).

En Tafalla, se produjeron siete accidentes en la N-121; mientras que, en Tudela, la carretera más problemática es la NA-134, con seis siniestros (sobre todo, entre los km 10 y 12).

Estos datos confirman los registros de años anteriores que maneja la FNC en base a estudios de Guarderío Forestal. Según esas cifras, la carretera con más probabilidad de que un conductor se cruce con un animal es la NA-134. Tras ella, se sitúa la A-12 y, por detrás, la N-121. También se apunta que, debido al mayor número de desplazamientos, el día de la semana que más siniestros acumula es el domingo.

El problema no es baladí, a juzgar por las cifras aportadas en un trabajo del RACC, en el que se expone que en España hay unos 14.000 accidentes de tráfico anuales causados por animales. Además, alrededor de un 50% de los conductores sufre una situación de riesgo a causa de un animal a lo largo de un año y el 6% se ve implicado en uno de estos siniestros. Por tanto, desde la FNC se insta a las autoridades a reforzar la señalización preventiva con elementos disuasorios reflectantes y productos repelentes, e incluso a proyectar pasos de fauna en estas zonas de especial siniestralidad.