Picos de Europa: el rebeco cantábrico, su símbolo

El primer parque nacional declarado en España cuenta con 212 especies de vertebrados, un tercio de las presentes en todo el país

Situados en la parte central de la cordillera Cantábrica, los Picos de Europa es una formación caliza de 67.455 hectáreas que se extiende por Cantabria, Castilla y León y el Principado de Asturias y que, aunque geográficamente se encuentra en la línea de la cordillera Cantábrica, son considerados como una unidad independiente de esta. La cordillera está dividida en tres macizos: el macizo Occidental o Cornión; el macizo Central o de los Urrieles, donde se hallan las mayores alturas con catorce de sus cimas que superan los 2.600 m de altitud; Torre Cerredo, de 2.650 metros cuadrados como techo de estas montañas y tercer máximo de toda la península ibérica; y el macizo Oriental o de Ándara.

Han pasado más de cien años desde que un 24 de julio 1918 se declarara el Parque Nacional de Covadonga, posteriormente ampliado y denominado Picos de Europa, siendo el primer parque nacional declarado en España. La Ley de Parques Nacionales de España de 2007 prohibía los aprovechamientos cinegético, forestal y de pesca de estos terrenos, pero se dio una moratoria en 2014 que se amplió hasta finales de 2020. Esto es un gran problema para muchos municipios de la zona en los que la caza es uno de sus principales recursos –se pueden cazar jabalíes, corzos, ciervos, rebecos y lobos– y supone su principal fuente de ingresos, así como también para los más de 2.000 cazadores foráneos que no podrán conseguir un permiso de caza.

Esta ruta nos lleva a una región única en España, que aúna límites territoriales administrativos de diez municipios. Por sus características geológicas, las carreteras salvan el escollo bordeándolo y haciendo incursiones tortuosas por sus laderas, sin llegar a su corazón; aun así, si algo define al Parque Nacional de los Picos de Europa es su carácter de espacio humanizado. Veinte núcleos habitados y tres términos municipales incluidos íntegramente en su interior son muestra de que es posible compatibilizar usos tradicionales y conservación. El aprovechamiento de los pastos en altura ha dejado un legado de construcciones, como los invernales y las cabañas del puerto en las majadas, como testimonio de una actividad que poco a poco va declinando.

En el Parque se han catalogado 212 especies de vertebrados, un tercio de las presentes en España, de las cuales hay 65 especies de mamíferos y 117 de aves. También es relevante la representación de anfibios, con 9 de las 25 especies presentes en España. En cuanto a la flora, se han inventariado unos 1.750 taxones de los que 157 son endémicos.

Predomina el clima atlántico, de temperaturas suaves y elevada humedad y precipitaciones. Esto favorece el desarrollo de una vegetación exuberante, que culmina en frondosos bosques mixtos, robledales y hayedos. En la vertiente lebaniega y en los desfiladeros aparecen formaciones de bosque mediterráneo representadas por encinares y rebollares. El uso que se viene haciendo del territorio desde hace milenios ha favorecido el desarrollo de pastizales que son aprovechados por el ganado y la caza. El matorral, como etapa intermedia entre el pastizal y el bosque, da protección a aves y pequeños mamíferos.

Sin duda, otra ruta que no podemos dejar de visitar por su riqueza cinegética, espectaculares paisajes y rica gastronomía.

Fuente. abc.es