Tiene menos calorías que la de un animal estabulado y criado con pienso y proporciona una elevada cantidad de proteínas de buena calidad, carece de carbohidratos y suele tener muy poca grasa

En la actualidad las dos acreditadas tendencias para una alimentación saludable son la Dieta Mediterránea y la Paleodieta. Ambas coinciden en muchos puntos y uno de ellos es el recomendar el consumo prudente y variado de carne. Los dos modelos de alimentación también comparten las tres condiciones que debe reunir una carne saludable.

  • En primer lugar debe ser carne de animales que, sobre todo, coman hierba, frutos y frutas silvestres y todo lo que se pueden encontrar en un prado, en un pastizal o en un bosque. Su grasa en de una mejor calidad y también su músculo tiene mejor sabor y mejores proteínas.
  • En segundo lugar, Los nutricionistas también valoran mucho que el animal tenga una dieta variada y diversa, ya que de esa forma incorpora a su organismo una gran diversidad de nutrientes; ya saben, lo que se come se cria.
  • En tercer lugar, numerosos estudios resaltan las virtudes gastronómicas y saludables de la carne de los animales que realizan ejercicio a lo largo del día. Las carnes de animales estabulados, que apenas se mueven, son menos saludables, tienen más grasa, en su mayor parte saturada, y sus músculos tienen más fibra y las proteínas son de peor calidad nutricional.

Adviertan que, con unas pocas excepciones (por ejemplo, los cerditos ibéricos que recorrer la dehesa o las vacas de los prados de montaña de Cantabria que trepan por las laderas empinadas), los únicos animales que cumplen a rajatabla estas tres condiciones son las especies cinégéticas: la caza.

Por estas razones la carne de caza es muy saludable. Proporciona una elevada cantidad de proteínas de buena calidad, carece de carbohidratos y suele tener muy poca grasa y esta, es de buena calidad. Es una carne de menos calorías que la de un animal estabulado y criado con pienso. Además contiene abundantes minerales muy saludables como el hierro, selenio y magnesio. Y vitaminas del grupo B, destacando su gran aporte en vitamina B12, B3 y B6. El valor nutricional y gastronómico de la carne de caza puede variar dependiendo de numerosos factores como la especie, la edad, el sexo, la procedencia geográfica, el tipo de alimentación, el estado físico e incluso la época de caza. Sin embargo, todavía no se ha generalizado su consumo en los hogares españoles.

Según un estudio de la Asociación Interprofesional de la Carne de Caza (Asiccaza), solo el 24,9% de los españoles dicen consumir carne de caza, al menos una vez al año. Las especies más consumidas son jabalí, perdiz y ciervo. Uno de las sombras de la carne de caza, que restringe su consumo, es el miedo de los consumidores a que les puedan transmitir alguna enfermedad infecciosa padecida por el animal (triquinosis, brucelosis, tuberculosis). Pero toda carne de caza que se pone a la venta en carnicerías y demás establecimientos autorizados (que son las que se debe consumir) han pasado un detallado control veterinario y se presentan con las mejores garantías para su consumo. Ademas la carne de caza debe ser cocinada para su consumo.

Una ventaja adicional es que al tratarse de una carne natural no contiene hormonas, antibióticos ni agentes finalizantes, que a veces se utilizan en algunas explotaciones agropecuarias. El consumo de carne de caza tiene además una repercusión positiva en el medio ambiente ya que estimula el control cinegético de las poblaciones de animales silvestres, lo que evita el aumento de enfermedades y previene los daños a la agricultura y a la ganadería.

Fuente. eldiariomontanes.es